divendres, 9 de novembre del 2012

LECCIÓN DE UNA TARDE DE OTOÑO




  • - ¿Por qué son tan melancólicas las tardes de otoño?
    - ¡Ah chaval! - sonrió el más anciano – Porqué nos muestra cómo todo se muere. Nos muestra cómo nosotros mismos participamos de este ciclo vital. ¿Lo entiendes?
    - Entiendo. - el joven hizo una pequeña pausa, pensativo. Observaba como las hojas anaranjadas caían oscilantes delante de un ocaso medio oscuro. Anciano y joven estaban sentados en un banco mirando el más allá con la frente reluciente - Pero yo no estaba pensando en eso. Claro esta, que estoy algo ensimismado.
    - ¿Cómo no ibas estar ensimismado delante de este lección que se sucede delante de tus ojos? Mira la puesta de sol tan hermosa que nos regala hoy el cielo.
    - Es bella.
    - Sí, es muy bella. Y es bella, y así lo pensamos, aunque sabemos que detrás nos viene una fría noche y con ella, un rocío al despertar. Es en este momento que el sol aprovecha que lo miramos, para decirnos que todo es un ciclo.
    - Ya. El ciclo de la vida... - dijo con cierto desdén el joven - ¿Por qué siempre ese misticismo, abuelo? ¿Qué sabrá el sol de nuestras vidas?
    - No es ningún misterio si de ello aprendes algo. Debes respetarlo por ello. 
    - Lo respeto, pero no creo que el sol quiera decirnos algo. Ni el sol, ni eso que llamamos otoño, la verdad. Simplemente, la tierra gira y nosotros con ella. Basta.
    - Tampoco quieren decir nada eso que llamamos leyes universales, y bien que aprendemos de ellas. ¿No es así?
    - Aprendemos cómo se regula el universo. No sacamos conclusiones metafísicas.
    - Pero, ¿te parece metafísico redescubrir gracias el otoño que todo es un ciclo? - preguntó el abuelo a su nieto. Este calló un instante y oteó el horizonte, sabiendo que había malinterpretado las palabras de su abuelo.
    - No, en ningún caso lo parece. Pero aun así me cuesta creer que yo estoy pensativo por culpa de las hojas que de los árboles se caen.
    - Pues así es. Las personas nos cuesta creer que vivimos con el universo, que de él nos alimentamos y que él nos influye. Y cuando una parte del universo se muere, la otra lo siente.
    - Ya, el alma del universo... - dijo otra vez con desdén el joven.
    - Es una forma de decirlo. – comentó sereno. - No esclavices las palabras. No se trata de nada que tenga un referente real, no es nada que pueda ser puesto nunca en un libro de texto. Aun no me he vuelto loco, chico. Es algo que debes aprender por ti solo.
    - ¿Así que cada uno tiene su propia alma del universo? - preguntó escéptico el nieto, arqueando las cejas.
    - Claro. A la par, nosotros participamos de este universo. El nos cambia y nosotros lo matizamos.
    - Pero, abuelo, es que hablas del universo como si fuera una divinidad.
    - Puede ser que lo haga. No es mi intención. - suspiró - Cuesta mucho hablar bien de una cosa de la que solo vemos una parte. Y más aun cuando no la entendemos. Y más, ¡cuando no hay un todo que unificar! ¡Los que hablan de eso, sí son unos místicos!. Yo sólo hablo de lo que veo... - hubo una breve pausa. Un pájaro voló de un árbol a otro, y soltó un gran follaje a su paso – Y el otoño, nos muestra eso. Hojas muertas. Flores mustias. Tierras marrones. Todo parece quemado, pero es tan bello al mismo tiempo. ¡Qué terriblemente bello que es el fin de las cosas!
    - Pueda que lo sea. A mi me gusta oír el crepitar de la hojas cuando las pisas.
    - Pero todo va más allá. Estoy seguro. Porqué todo se hace ciclo. El otoño solo es una parte imprescindible. Todo esto que se muere, volverá a la primavera con nuevas formas, probablemente, más hermosas y más potentes que ahora. Esto es, la renovación constante de las oportunidades. El otoño es el tiempo de recordar que tenemos otra oportunidad para seguir viviendo, para hacer mejor las cosas, mientras el pasado ya se ha muerto.
    - Puede ser abuelo. Pero también puede ser que sólo tu lo veas así. - los dos callaron y intentaron comprender si el otoño les quería decir algo, realmente.


Llueve, deprisa, sobre la ciudad,
ando, despacio, bajo el cielo.
¿Qué más dará, dime, la velocidad,
si tus secretos son del alma el anzuelo?

Me salpica el agua, y recuerdo la lección,
así es, ves, la lluvia, puro volver a empezar.
Y así es, oyes, su voz, melódica canción,
que cómo el cantar, me vuelve a empujar.





Fotografía: Empúries (L'Escala, Alt Empurdà) 
Poema: Fragmento adaptado de "¿Y si todo fuera un ciclo? (Daniel Fuentes Sánchez)
Canción: Un dia més (Dia 1, Gossos) [Un día más (Día 1, Gossos)]